Desde hace meses, el Gobierno de Israel había estado advirtiendo sobre un posible ataque a la localidad de Rafah, en el extremo sur de Gaza. Este lunes, esas advertencias se materializaron con la evacuación forzada de residentes y una escalada de bombardeos, mientras que el grupo terrorista Hamás, ante la presión internacional, aceptó una propuesta de alto el fuego.
El cruce de Rafah, vital para el acceso a Gaza desde Egipto, ha sido el epicentro de los acontecimientos recientes. El Ejército israelí ha tomado el control de este paso fronterizo, alegando que era utilizado para actividades terroristas. Esta acción ha interrumpido el flujo de ayuda humanitaria y el tránsito de enfermos hacia tratamientos fuera de la Franja, exacerbando una situación ya precaria.
Las órdenes de evacuación emitidas por Israel y los intensos bombardeos han provocado la condena internacional, con llamamientos a la moderación y el cese del conflicto. La ONU y organizaciones humanitarias han alertado sobre el impacto devastador que una ofensiva militar en Rafah tendría sobre la población, especialmente los niños, ya gravemente afectados por la escasez de suministros básicos.
Mientras tanto, los esfuerzos diplomáticos se centran en evitar una escalada mayor. Estados Unidos, junto con la Unión Europea y Egipto, han instado a Israel a contenerse, mientras que Hamás ha aceptado una propuesta de alto el fuego. Sin embargo, persisten las tensiones y los temores de una escalada que podría desencadenar una nueva tragedia en Gaza.
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